
Imagina que vas por la calle. De lejos ves a dos señores discutiendo. Uno saca una pistola y mata al otro. Luego te mira. Te dice:
— Has sido testigo de lo que ha pasado, por lo que tengo que deshacerme de ti también — mientras, te apunta con su pistola.
— ¡No!, ¡no lo haga, señor asesino!, Voy a olvidar lo que he visto inmediatamente.
El asesino te cree, tú lo vas a olvidar. Su libertad no corre peligro. Cada uno seguís vuestro camino y aquí no ha pasado nada. Tú lo olvidas.
¿Crees que esta historia es posible?. No es posible porque una vez que has visto algo no es posible olvidar adrede que lo has aprendido. Puedes olvidar si había o no había limones en el supermercado. Sin embargo, si has visto algo que te ha impactado emocionalmente como puede ser un asesinato, pues es posible que olvidarlo no sea tan fácil.
Aquí te contestamos a la primera pregunta. No es posible desaprender. Nuestra mente no es una pizarra mágica en la que podemos borrar y volver a escribir. Si además las creencias se han implantado en ti acompañadas de un impacto considerable aún más. Si has aprendido que el fuego quema, con una quemadura, el mensaje está mucho más establecido que si sabes que el fuego quema de oídas.
Vamos ahora a la segunda pregunta. ¿Es posible liberarse de las creencias limitantes?. En Greatitute discrepamos del concepto «creencia limitante». Cualquier creencia de la que dispongas, en algún momento ha tenido sentido para ti. Cualquiera.
Las creencias por sí solas no limitan. Lo que te limita es un sistema muchísimo más complejo. La metáfora es algo así como si un vehículo tuviera diferentes conductores, cada uno con su volante, sus freno y su acelerador. Si se ponen todos de acuerdo entonces puedes avanzar, pero si no el movimiento del vehículo dependerá de la fuerza que produce en el vehículo los movimientos de todos los conductores. La trayectoria será probablemente errática.
Ponemos un ejemplo, un caso real. Elena es fisioterapeuta y ha implantado un proyecto que ha tenido grandes resultados en un centro para personas mayores. Sin embargo el discurso es «yo no sé hablar en público». Si fuésemos en búsqueda de la supuesta «creencia limitante», podría ser esa. Pero vayamos un poco más allá.
Elena conoce perfectamente el proyecto, lo ha creado ella, se lo ha explicado al resto de personal del centro. Por un lado tiene muchas ganas de transmitir el mensaje de sus logros.
Por otro lado, entre la audiencia va a haber personas importantes del mundo de la fisioterapia, ¿cómo va a explicarles a esta gente tan sabia su proyecto?. Sistémicamente hay un tema de jerarquía que Elena necesita colocar. Le da miedo la forma en que puedan evaluarla personas que ella tiene cómo referentes. Reminiscencias de la edad escolar.
Tenemos también que cuando era pequeña la sacaron a la pizarra en clase. Sus compañeros se rieron de ella, tartamudeó, pasó mucha vergüenza y desde entonces cada vez que va a hablar en público conecta con la intensidad emocional de esa experiencia de cuando era niña. Hay una emoción que la retiene para que no salga al estrado: quiere protegerla de experiencias similares a las que recuerda. Tiene miedo a tartamudear, a olvidar lo que tiene que decir, a que se rían de ella.
El bloqueo es mucho más complejo que una creencia. En ella intervienen distintos elementos. Cada uno de ellos empuja en direcciones distintas.
Entonces, ¿cómo se trabaja en ese caso? Se trabaja siendo consciente de todo lo que hay allí, poniéndolo encima de la mesa, contemplando, cuestionando acerca del sentido de cada uno de los elementos. Haciendo que los conductores se pongan de acuerdo entre ellos hacia qué dirección ir. Que Elena encuentre la forma de sentirse protegida y segura cuando salga al estrado para transmitir su proyecto.
Aprender nuevas formas de enfrentarnos a nuestros desafíos es un tema de prueba y error, de sensaciones, de conciencia, de construcción de la identidad, como la de un bebé que comienza a caminar. Es mucho más complejo, que acusar a una creencia de ser limitante y desactivarla mediante un «desaprendimiento».